Todos estamos cada vez más cerca de volver a las oficinas donde solíamos trabajar antes del estado de alarma. En este tiempo, el teletrabajo ha ganado enteros para aumentar su implantación dentro de las compañías, pero en muchos casos volver a las oficinas será inevitable.
El debate entonces será otro: ¿cómo podemos garantizar que los empleados puedan volver a trabajar en la sede física de la empresa sin excesivo temor a contagiarse? O, en otras palabras, ¿qué podemos hacer para asegurarnos de que la oficina sea un espacio libre de COVID-19 o que, como poco, su potencial de contagio sea mucho menos elevado que en otros sitios?
Hay varias formas de minimizar el riesgo y conseguir que la oficina sea un espacio en el que se respete, sobre todo, las medidas de distanciamiento físico. Son algunas de las siguientes.
Identificación sin contacto
Algunas empresas habilitan tornos en la entrada o métodos de identificación como la huella del dedo índice. Es cierto que estos métodos son mucho menos invasivos que otros más tradicionales, pero no por ello implican una ausencia de contacto físico. Aunque sea con un dispositivo, el riesgo de transmisión seguirá existiendo.
Por ello, las compañías deberían optar por métodos menos invasivos y que descarten por completo un contacto físico. Una alternativa podrían ser las cámaras de reconocimiento facial. En caso de que no se disponga de presupuesto para ello, puede optarse por identificación mediante un código en el teléfono móvil.
Espacios abiertos
Ya lo hemos dicho varias veces: las oficinas de todo el mundo cada vez van evolucionando más hacia los espacios totalmente abiertos, con menos tabiques, menos puertas, menos despachos, etc. Las compañías que aún no hayan optado por este tipo de estructuras pueden encontrar en el coronavirus la mejor excusa para hacerlo. Los espacios abiertos facilitarán el establecimiento de medidas de distancia física efectivas.
Turnos de trabajo
Seamos realistas: no todas las oficinas son lo suficientemente grandes como para que, aunque se apueste por espacios abiertos, quepan todos los empleados. Es por eso que en la llamada ‘nueva normalidad’ haya empresas que deban asumir un hecho incuestionable: no todos los empleados, en un primer momento, pueden acudir a la vez a la oficina.
Por eso, son muchas las que ya están optando por los turnos de trabajo en dos modalidades. En primer lugar, haciendo que una parte proporcional de la plantilla trabaje unos días concretos y la otra otros días. Y en segundo lugar, estableciendo distintos horarios para que no haya aglomeraciones en la puerta a la hora de comenzar la jornada laboral.
Flujos de circulación
Además de establecer un aforo máximo permitido en cada una de las áreas de la oficina, es recomendable definir una serie de flujos para organizar los desplazamientos de los empleados. Por ejemplo, señalizando itinerarios a seguir para reducir el contacto y evitar cruces. Si es posible, en zonas más transitadas como pasillos, lo ideal es plantear un recorrido circular o dividir el espacio de manera transversal para definir sentidos de circulación. Éstos deberán estar delimitados con pintura, cintas o pegatinas, que permitan mantener los dos metros de seguridad recomendados.