El «last mile», traducido literalmente como «última milla», hace referencia al proceso de transporte y logística que se encarga de la entrega de mercancías, es decir, de la distribución: la logística urbana. Esta fase es un eslabón fundamental de la cadena de suministro, ya que abarca todos procesos que afectan al envío de cualquier producto desde una fábrica, una plataforma logística o un centro de transportes, hasta su destino: el cliente final. Un cliente final cada vez más exigente en cuanto a plazos y condiciones de entrega.
Cuando hablamos del cliente final del «last mile» o logística urbana, puede abarcar desde un particular a un comercio o una fábrica. Cada uno de ellos plantea problemáticas diferentes en función de su ubicación, la tipología de las mercancías, sus instalaciones de interface de carga y descarga, o los tiempos y momentos de entrega y recepción.
Causas de la complejidad que plantea la logística urbana o «last mile»
Hasta hace pocos años, la distribución era un eslabón más de la cadena de transporte y logística, y aunque aquellas operaciones que se realizaban en los centros de las ciudades tenían mayor complejidad, no planteaban dificultades especiales a los operadores que las realizaban.
Sin embargo, ahora, la distribución o logística urbana está pasando a ser el más complejo, difícil y costoso de los procesos de las cadenas de suministro.
1. Incremento de mercancías hacia el centro de las ciudades
Este incremento se debe al creciente número de establecimientos comerciales en calle, producto del comercio tradicional y las constantes aperturas de las tiendas de proximidad de alimentación textil, tecnología, bricolaje, etc. de las distintas cadenas de gran distribución y retailers. En las grandes ciudades, un 60% de las mercancías tienen como destino el comercio físico y el canal horeca; un 25% se entrega en los grandes complejos y edificios de oficinas y un 15% en las viviendas.
2. El auge del comercio electrónico
El comercio electrónico ha complicado la distribución urbana, ya que implica organizar la entrega de productos con diferentes orígenes y canales de distribución, con las entregas domiciliarias, en lockers o en puntos de conveniencia, a distintas horas del día, y con urgencia. Y a esto se le une el fenómeno de un calendario de 20 días al año -«días especiales»-.
Estos días «estrella» hacen que los enormes incrementos de operaciones de entrega se conviertan en auténticas locuras, al demandar a los operadores una cantidad de recursos que no se podrán rentabilizar el resto de los días del año.


Actualmente el peso de la venta on-line frente al comercio total es todavía pequeño. Sin embargo, la tendencia es de gran crecimiento, lo que incrementará notablemente las dificultades para las entregas de última milla o «last mile», a menos que se adopten soluciones innovadoras para paliarlas. Es fácil arrancar entidades para la venta on-line: crear una web y promocionarla y, lo más difícil para garantizar éxito: contratar transporte e-commerce y contratar servicios e-logistics.
Además, sobre estos productos adquiridos on-line y sobre la logística de última milla se cierne otra gran amenaza: las devoluciones que requieren una logística inversa potente y que no genera valor añadido.
3. Incremento de los costes externos
Contaminación, tráfico, congestión, accidentes (55% de incremento de accidentes de furgoneta entre 2012 y 2017), ruido, ocupación de espacio públicos… son ejemplos de los costes asociados al incremento de la logística de última milla. Por ello, tanto la Unión Europea con la nueva estrategia comunitaria –horizontes 2030 y 2050-, como el Gobierno de España, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos están haciendo planes y tomando medidas para mitigar el cambio climático.
4. Restricciones municipales
Uno de los principales objetivos perseguidos es la descarbonización de la economía española a 2030-2050. Para conseguirlo, se plantea, entre otras medidas, una fuerte apuesta por la movilidad sostenible, en especial de las mercancías sobre las que se aplican medidas restrictivas que afectan sustancialmente a la distribución urbana.
Aunque se plantean pequeñas ayudas para el fomento del vehículo eléctrico, en España, los fondos necesarios entre 2017 y 2030 para ese proceso de descarbonización del transporte se estiman entre 1.100 y 2.000 millones de euros anuales para compras de vehículos eléctricos, infraestructuras de recarga eléctrica y otras medidas relacionadas.
Los gerentes de transporte y logística de los retailers y los operadores trabajan para encontrar la manera más eficiente y menos costosa de transportar los bienes y materiales. Y, la última milla o «last mile» es la más difícil. Se estima que hasta un tercio del costo total de transporte está imputado en las operaciones de última milla.
Así pues, todo este proceso de ventas omnicanal afecta al transporte, la logística y sus inmuebles, ya que, por ejemplo, el manejo de un producto pedido “on line” requiere hasta tres veces más espacio que una venta convencional en una tienda minorista.
La solución a la distribución urbana y logística de última milla
Una de las soluciones imprescindibles para abordar la problemática de la distribución urbana de mercancías en la última milla de los centros de las ciudades es el desarrollo de un nuevo producto inmologístico con nuevos equipamientos e infraestructuras: las PLATAFORMAS DE DISTRIBUCIÓN URBANA (PDUs).
Estas plataformas urbanas reducen las distancias en las operativas que actualmente se están realizando desde las Plataformas Logísticas Periféricas a 12-18 Km (10 millas). De esta forma, hacen posible la recepción nocturna de las mercancías –horarios de menor impacto urbano- y su entrega diurna en los distintos destinatarios de la ciudad con vehículos 0 emisiones que superan todas las restricciones.


Artículo de Ramón Vázquez, consultor externo experto en Logística de CBRE