El desarrollo descontrolado de las ciudades, acorde con la imparable evolución tecnológica y en calidad teórica de vida del ser humano, nos parece llevar a un callejón sin salida. Las ciudades crecen, se construyen cada vez más viviendas, y todo ello acompañado de un creciente consumo energético; en esta endiablada situación, el ser humano consume de forma voraz más recursos de los que puede generar y volcando de forma incontrolada elementos contaminantes que están logrando que la atmósfera sea irrespirable. Sí, el lujo y confort con el que queremos vivir nos está devorando y las ciudades se están convirtiendo en entornos hostiles. Por fortuna, una tendencia racional que se apoya también en la tecnología está logrando invertir este proceso: nos referimos a las «sensitive cities», o ciudades sensibles o responsables.
Las «sensitive cities» son una evolución de las «smart cities». ¿Pero en qué se diferencian estas de una ciudad convencional? Las ciudades inteligentes y responsables emplean sensores (IoT), ‘big data’ y la inteligencia artificial para ser un agente activo en los elementos que preocupan al ciudadano; esto es, el tráfico deja de ser un factor más que los ciudadanos soportan mientras se poluciona el aire y se perjudica la salud de los ciudadanos: ahora se adoptan decisiones que permiten modificar patrones.
Internet of Things (IoT), aliado de las «sensitive cities»
Son varias las aplicaciones de los sensores IoT de cara a abordar la lacra de la temida hora punta en el centro de las ciudades. Así, pueden utilizarse para medirse no solo el flujo de tráfico en tiempo real y el nivel de contaminación que genera, sino que puede alimentar un sistema basado en inteligencia artificial que puede crear modelos y adelantarse a los acontecimientos de una forma coordinada. Por ejemplo, ante un tráfico creciente, la ‘sensitive city’ puede reforzar el transporte público en las zonas afectadas y elevar las tasas de circulación para evitar que los vehículos se adentren en el embotellamiento. Todo en tiempo real.
Ciudades responsables que ya emplean el IoT
Ya se está aplicando. En Auckland, Nueva Zelanda, las autoridades han instalado una red de sensores tanto en la ciudad como en los autobuses urbanos con el objeto de detectar en tiempo real los flujos de tráfico. El sistema, en base a los datos que recibe, predice los embotellamientos y cierra los semáforos más alejados al centro para evitar los atascos.
Por otro lado, pueden emplearse sensores para detectar el consumo de agua y así reparar de forma rápida las posibles fugas en el suministro, el principal causante de las pérdidas de este valioso elemento. En Houston, Texas, más de la mitad de los hogares cuentan con sensores en el circuito que envían información de consumo cada quince minutos a las autoridades municipales, que pueden actuar en consecuencia. Y esto es solo un botón de todo el potencial que pueden ofrecer las «sensitive cities» para el ciudadano, logrando convertir las urbes en un entorno mucho más amigable y saludable.