Desde la década de los 80, cuando nació el concepto de movilidad inteligente, la investigación y las nuevas tecnologías se han centrado en la mejora de los vehículos. Actualmente, la expansión del 5G y el desarrollo de la inteligencia artificial buscan conseguir el sueño futurista de que los coches circulen de manera autónoma. Pero, ¿será suficiente para el sostenimiento del tráfico en los próximos años?
Lo cierto es que, a pesar de su nombre, el vehículo autónomo no funciona solo. El futuro de la movilidad depende de la conectividad entre todos los coches, pero también con el resto de agentes presentes en la vía. Por ese motivo, también es necesario digitalizar las infraestructuras. En las próximas décadas, el concepto de “carretera” tal como lo entendemos hoy en día está condenado a desaparecer. Los más de 35 millones de kilómetros de pavimento que hay repartidos por todo el mundo dejarán de ser elementos completamente pasivos para convertirse en vías que ayuden a aumentar la eficiencia en la conducción, mejorar la seguridad y reducir la contaminación del medio ambiente.
¿El huevo o la gallina?
Un botón de muestra. La normativa de la Unión Europea establece que, a partir de 2022, todos los coches deberán incorporar asistentes de velocidad inteligente y de cambio involuntario de carril. Un elevado nivel de autonomía que requerirá una adaptación de la infraestructura vial. Porque, según los expertos, el problema no es que sobren automóviles, sino carreteras ineficientes.
En consecuencia, en el proceso de digitalización de la movilidad también se están encontrando aplicaciones en el asfalto y cada vez es más común hablar de carreteras inteligentes. Vías que incorporan tecnología avanzada en materia de seguridad, conectividad o, incluso, carga de vehículos eléctricos. Una serie de soluciones que:
- Harán posible una gestión dinámica del tráfico,
- tendrán el potencial de reducir la congestión y
- contribuirán al descenso del número de accidentes, ya que el 90%, según la DGT, provienen del factor humano.
Antes los avances se limitaban a componentes físicos, como señales o nuevos materiales derivados del betún. Ahora, además, se investiga sobre el potencial de las redes inalámbricas y de la inteligencia artificial. Es más, ya se están llevando a cabo pruebas de carreteras conectadas por 5G de carácter transfronterizo en toda Europa. En el caso de España y Portugal, hay dos rutas: Vigo-Oporto (154 kilómetros) y Mérida-Évora (163 kilómetros). Pruebas que recopilarán datos clave para el desarrollo de la conducción autónoma.
Carreteras que generan energía
La historia de las carreteras inteligentes comenzó entre los años 2016 y 2017, cuando en Francia y China se proyectaron carreteras solares con pintura fotosensible que recogían la luz solar. Y, por la noche, iluminaban con ella las carreteras. Pese a que estos proyectos no fueron un éxito, las autopistas siguen siendo motivo de estudio para dar un doble uso al espacio que ocupan generando electricidad. Y la energía solar, cuyo futuro pasa por la reducción de costes y por una mayor integración arquitectónica, sigue siendo el principal foco.
Así lo demuestra el proyecto PV SÜD, un nuevo concepto de sistema fotovoltaico en tejados para autopistas desarrollado por el Instituto Austriaco de Tecnología en colaboración con Fraunhofer ISE y Forster Industrietechnik. Con esta cubierta fotovoltaica los investigadores quieren lograr:
- La producción de energía,
- el uso flexible de la red vial,
- el aumento de la vida útil del pavimento —protegiéndolo del sobrecalentamiento y las precipitaciones— y
- una protección adicional contra el ruido.
La idea es estudiar científicamente todos estos factores y analizar cuál sería la viabilidad económica de esta fórmula.


Pero, aunque no es su objetivo, el proyecto PV SÜD también se presenta como una solución para uno de los problemas que está impidiendo la explosión definitiva del vehículo eléctrico: la autonomía. Porque, ¿qué pasaría si fuera la propia carretera la que alimentase las baterías de los vehículos? Parece ciencia ficción, pero en Suecia ya están desarrollando un prototipo de vía inalámbrica que permitirá que los camiones y los autobuses que la recorren se recarguen inductivamente mientras circulan.
Según varios estudios, alrededor de un tercio de los coches serán autónomos en 2030. Los próximos diez años serán cruciales para determinar el futuro de las carreteras. El desarrollo de la industria de los vehículos autónomos y la electrificación del parque móvil parecen tendencias imparables. Ahora los esfuerzos se centran en el desarrollo de infraestructuras activas y digitales que podrían reducir los desplazamientos por carretera permitiendo que los coches circulen a una velocidad mayor que la actual de forma segura, eficiente y sostenible.